7 de Julio de
1982. Madrid. Estadio
de fútbol Vicente Calderón. Un sol de justicia cae sobre 75.000 almas que esperan
ansiosas la salida al escenario de los Rolling Stones.
Todavía hace calor, pero menos de
los casi 40 grados soportados durante todo el día. De pronto, el cielo del atardecer
comienza a oscurecerse, con unos nubarrones muy malencarados.
Anochece prematuramente. Unos
goterones de lluvia grandes como puños empapan a la multitud. Rayos y truenos descargan
con tremenda fuerza alrededor del estadio. Es la tormenta del siglo.
Ni los mas viejos del lugar
recuerdan un aguacero semejante. Para aplacar la furia de los dioses, los 75.000
"mojados" cantan a coro y bailan improvisados ritos tribales, pero el chaparrón
no amaina. Al contrario, llueve mas.
Hace 1 minuto que tendría que
haber comenzado el concierto, pero solo redoblan los truenos, y la impaciencia entre la
gente se hace palpable.
"Así no creo que salgan a tocar", se oye a un agorero.
Para engordar el pesimismo, el
viento empieza a derribar algunos adornos del escenario.
Y fue en ese preciso instante
cuando salió..... Era él, Jumping Jack Flash, en persona. Saltó al escenario a grandes
zancadas, vestido con un impermeable rojo, con caperuza, para protegerse de la lluvia.
Lo vi de cerca, se parecía
asombrosamente a Mick. Segundos después ya sonaban Keith, Charlie, Bill y Ron, atacando
el "Under my tumb".
Y es que, efectivamente, cuando
comenzó a cantar, la tormenta cesó milagrosamente -lo juro-, y Juan Rayo el Saltarín y
su banda pusieron "bajo su pulgar" a 75.000 fieles. Inolvidable.
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